1 ¿Cómo supiste que esto era lo que querías? La mayor parte de mi infancia la pasé más interesada por la vida de los demás que por la mía, así que creo que ya estaba escribiendo aún cuando no sabía escribir.
Cuando tenía 19 años formaba parte de un grupo de teatro universitario. Ahí, junto con un compañero, Manuel Velázquez, escribí una comedia que se llamaba “Vladivostok”. Fue mi primer estreno y desde luego una experiencia muy bestia la de hacer reír a tanta gente con algo que se nos había ocurrido. Ese año decidí dedicarme a la escritura de teatro. ¡Era muy joven!
Unos años después, con 26 años, vivía en Berlín y había dejado de escribir por distintas razones y fue el montaje “Veraneantes” de Miguel del Arco, que vi en La Abadía en un viaje de visita a Madrid, el que me conectó de nuevo con la escritura, hasta ahora.
2 ¿Qué o quién te inspira?
A mí me inspira cualquier cosa que tenga que ver con atreverse y ser valiente. En la vida hay gente que está proponiendo cosas interesantes con sus acciones, con sus decisiones; y gente que no está proponiendo nada. Me esfuerzo en buscar esa “otra manera” de abordar las cosas, mi propia vida, mi carrera, mis relaciones… porque todo lo que nos rodea, el propio sistema, es profundamente conservador y si no estás atento y no te lo curras un poco, lo que se te pone encima es miedo.
3 ¿Cuál ha sido tu mayor reto?
Para mí cada texto y cada proyecto es un reto inmenso en el que me esfuerzo como si fuesen unas oposiciones. A ver si con el tiempo me relajo un poco... (No creo.) El reto es gestionar tu creatividad, tu placer y tus conocimientos en un contexto cada vez más exigente y en el que tú misma esperas cada vez más de ti.
Y yendo a algo más concreto, uno de los mayores retos de mi vida fue estudiar Dramaturgia en la Universidad de Berlín, con 25 años y mi alemán precario de entonces. Lo primero que tuve que hacer fue una presentación sobre la Orestíada de Esquilo… en alemán, claro. Salí de ese curso dominando el idioma y cinco kilos más delgada. Mereció la pena.
4 Pensando en #UnavidaAmericana. Qué puede ser más peligroso... ¿Negar u ocultar algo?
Ocultar es una de las bellas artes. En realidad, cualquier creación, incluso cualquier aspecto de las relaciones humanas es un juego entre lo que se muestra y lo que se oculta. Si no ocultáramos absolutamente nada no podríamos vivir en sociedad. Hay secretos heroicos que han salvado vidas, secretos de verdadera resistencia… Y también hay secretos de cobardes. En “Una vida americana” existe un conflicto en torno a esto: ¿ocultar determinadas cosas es lo que nos permite querernos o lo que nos lo impide?
Una mirada distinta sobre aquello que el espectador siente que ya conoce. ¿Qué es exactamente una mirada distinta? No lo sé. Supongo que tiene que ver con una cierta radicalidad en lo que se propone. A veces tengo la sensación de que el autor es alguien que se ha parado unos meses a estudiar algo obsesivamente (una contradicción, una emoción, una capa de sentido) y que ha encontrado la forma de hacerla visible (o no)... como si te encargaras de mirar lo que los demás no tienen tiempo de mirar. Desearía que mis obras se incorporasen a la esfera emocional del espectador, a su memoria, como si fuesen la variante nueva de un color. Quizá conociesen el azul, pero no ese azul. Eso en el caso de que me salga bien.
6 ¿Cómo es un día normal en la vida de Lucía?
Estoy escribiendo un texto nuevo con el que estoy disfrutando mucho. También estoy desarrollando una serie de televisión. Dedico bastante tiempo a contestar correos, realizar gestiones relacionadas con mi trabajo... Y voy a menudo al teatro y me tomo un vino post-función con los compañeros. Y tengo pareja y amigos y familia… Todos esos elementos forman parte de mis días, y cada uno de mis días es distinto al anterior.
“Una vida americana”, (ahora en cartel en Teatro Galileo), ocupa buena parte de esta época de mi vida.
7 ¿Un secreto confesable?
¿Confesable...? Mientras me arreglo para salir o mientras ordeno mi casa… me gusta escuchar música mala. Mala, mala.
8 ¿Una manía?
Como casi todos los autores, creo que soy maniática con los lugares y las maneras de escribir. Me cuesta escribir en un ordenador que no sea el mío. Necesito silencio casi absoluto, con excepción del ruido de las cafeterías, por algún motivo ese sí lo disfruto y me ayuda a escribir.
9 ¿Qué obra tuya te ha dado/aportado más?¿Por qué?
“Mejor historia que la nuestra” fue una obra que escribí en Berlín y que ganó un Accésit del Premio Marqués de Bradomín. En aquel momento fue importantísima para mí porque su montaje en Madrid, a cargo de Francesco Carril, fue el impulso que yo necesitaba para volver a España. Vine con la excusa de poner en marcha esa obra, que gustó mucho, y así comenzó mi carrera como autora. Una de esas cosas que son como puntos de giro.
10 Algo que no sepamos de Lucía...
Tengo un hermano, Pablo Carballal, que es arquitecto y diseñador de muebles y es un genio.
11 La última pregunta me la haces tú a mí.
¿Por qué contactaste conmigo? Hace poco fui con una amiga a ver UNA VIDA AMERICANA y cuando César Camino nos dijo que tú eras la dramaturga, tuve la necesidad imperiosa de entrevistarte. Me parecías una persona interesante y con muchas cosas que contar.
FOTOS: David Sagasta
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